martes, 28 de septiembre de 2010

De judíos y conversos berlangueses: una historia para recordar

El pasado sábado pudimos disfrutar de la conferencia de Ricardo Muñoz "judíos y conversos berlangueses: una historia para recordar".
El profesor Muñoz Solla aludió a la comunidad judía de Berlanga como una aljama, es decir con un reconocimiento por parte del estado además de tener una sinagoga, un hospital, una escuela, un cementerio, así como otros edificios propios de una aljama. La aljama de Berlanga con tres o cuatro centenares de judíos, fue una de las comunidades judías de mayor tamaño de la provincia de Soria, por detrás de la de Almazán y por supuesto de la propia de Soria.



La conferencia también abordó la problemática de la judería y la sinagoga, ya que tradicionalmente se ha identificado con las Yuberias y la iglesia de las Monjas, las cuales a pesar de presentar un trazado y una arquitectura que hace intuir esa realidad, a día de hoy los documentos no pueden ratificarlo, sino todo lo contrario, sitúan la sinagoga en el lugar distinto al que ocuparía dicha iglesia.
Asimismo conocimos algunos nombres de personajes de la época como Hernando de Saravia, cristiano viejo e hidalgo de Berlanga, quien fue propietario de la sinagoga después de la expulsión de los judíos y que mantuvo una buena relación con la comunidad sefardí antes de 1492. O los nombres de conversos judaizanes como Diego Lopez de Soria y su mujer Ana Lopez, quienes en el proceso inquisitorial se lamentaban por su desdicha.
En cuanto a su destino tras 1492, Ricardo Muñoz dijo que aquellos que se convirtieron, tuvieron oficios muy diversos, como ganaderos, médicos, abogados, pero sobretodo zapateros, aunque también lograron alcanzar algunos puestos de cierta relevancia en Berlanga, vinculados con la administración de la villa o a los los marqueses, apareciendo como regidores, mayordomos o regidores. Estos últimos cargos fueron ostentados sobretodo por miembros de las familias de Lazaro Álvarez o Juan de Buenaventura.
Los procesos fueron algo más de 120, habiendo al menos cuarenta conversos "relajados" (muertos), no obstante algunos de estos procesos tardaron años y el acusado habia muerto, por lo que sus huesos eran desenterrados para ser quemados en la hoguera. Fue a Cuenca donde se llevaban y juzgaban a estos presos por parte de la Inquisición, pero era la justicia civil la que llevaba a cabo las ejecuciones en la misma ciudad conquense.

No hay comentarios:

Publicar un comentario